Cuando alejarse de su madre y esconderse entre las otras yeguas dejó de darle resultado, optó por huír atravesando las divisiones de cinta eléctrica de los potreros.
Para que un potro de tan corta edad, elija ese tipo de comportamiento, es evidente que su estres ante la situación que generó el comportamiento es grande.
El estres siempre es factor de riesgo en un caballo, la corta edad disminuye su tolerancia al mismo, y el estar enferma no hace más que agravar el cuadro.
Un comportamiento como este, repetido en días consecutivos, tiene alto riesgo de arraigarse de manera permanente, con los perjuicios correspondientes para el individuo y sus cuidadores.
La manejamos de manera demostrativa en el picadero redondo, pero detuvimos el manejo antes de concretarlo, ya que por su cuadro de salud, no era recomendable sobre ejercitarla, y la superficie tan grande de ese picadero imponía hacerlo.
Cabe destacar que esta técnica que veremos a continuación, es aplicable a ese corral grande e incluso el campo. Sin embargo, cuanto mayor la superficie más tiempo demoraremos en lograrlo.
Lo que en el campo o el corral redondo insumiría horas, vean como se logra en cuestión de minutos en un recinto más pequeño.
La idea es que para corregir su forma de huir de la gente, necesitaremos llegar a ella de manera voluntaria, es decir, tocarla cuando esté lista y dandonos el frente.
Usamos lenguaje corporal que ella comprende para lograrlo.
Una vez que lo hicimos, vamos ampliando el recinto hasta poder lograrlo a campo abierto.
Esta serie de correcciones no llevaron más de una hora en total.
Recordemos que el caballo aprende por hábito así que para que la corrección supere al vicio adquirido es fundamental ser consistente unos días a manera de práctica.
En un recinto pequeño y apartada de su mamá, la potra es presionada a huír y comprobar mientras lo hace, que la intención no es de atraparla ni de lastimarla.
La segunda etapa se realiza en un corral más grande, vease como demora menos tiempo en cooperar.
La tercera etapa es simular las condiciones del campo (ya no hay corral sino alambrado y cinta),
y pedirle a otra persona (hombre igual que los que la asustaban), que se acerque a ella.
Todo lo anterior se realizó el lunes siguiente al curso en menos de una hora de dedicación.
Es buen ejemplo de como la IMPRONTA también resulta un recurso inestimable a la hora de corregir nuestros errores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario