respeto donde ambas partes buscan y disfrutan del contacto espontáneo sin lugar al miedo, sometimiento o estres.
Sin embargo, somos más que solamente nuestro perfecto cerebro en funcionamiento.
Y aunque integrar todos los aspectos de nuestra rica naturaleza interna parece ser la clave del equilibrio y la plenitud, resulta que muchas veces nos encontramos en la disociación de sentir de una manera, pensar de otra, decir una tercera y hasta hacer una cuarta incluso en relación a un mismo asunto.
Los animales, libres de tal conflictiva, sintonizados en el pulsar natural y en permanente adaptación a los cambios, parecen recordarnos alguna clave que se nos ha ido escapando.
Muchos de ellos incluso, tienen la capacidad de comunicarse no solo con su especie, sino con otras que eventualmente puedan utilizar códigos compatibles.
Tal es la apertura que permite que animales tan diversos puedan ser entrenados para diversos fines.
Tal es el recurso natural que permite a un hervíboro pastar tranquilamente a distancia razonable de sus depredadores.
El caballo en especial, habiendo acompañado al hombre en su desarrollo desde tantos roles básicos para nuestra supervivencia y estando hoy liberado de esas funciones, nos invita a continuar descubriéndolo y descubriéndonos.
Aun pudiendo prescindir completamente de él, intentamos por todos los medios mantenerlo, al menos, en el sector recreativo.
Es que seguimos sintiendo, sabemos intuitivamente, que estar cerca de él nos hace bien, a veces sin poder siquiera dar forma a los conceptos que le den un fundamento, sin poder ponerlo en palabras.
Cuanto más nuestra forma de vida nos tensa, angustia o decepciona, más placer sentimos de buscar al caballo, interactuar con él, montarlo o simplemente observarlo.
Sin duda es un animal mítico para nosotros símbolo de libertad y poder entre otras muchas cosas, pero hay detalles mucho más sutiles que colaboran con nuestra salud en cualquiera de los aspectos antes mencionados; el físico, el mental, el emocional....
Estudiando su comportamiento en libertad (etología), aprendimos que su estructura social, su liderazgo, su manera de comunicarse difiere mucho de lo que narran los cuentos, o las películas o lo que nos enseñaron…
Por naturaleza, su liderazgo nada tiene que ver con ejercer dominio, no es el padrillo el líder de una manada...El es su protector, quién mantiene unido al grupo y lo defiende (y cuida el aporte de su genética).
El liderazgo se ejerce de manera involuntaria!!; el individuo de mayor experiencia (una yegua), el que muestra más aplomo y temple, es espontáneamente seguido por los otros porque su forma de conducirse inspira confianza.
Su estructura social y un desarrollado lenguaje corporal silencioso, tiende a proteger el lugar de cada individuo dentro de la manada evitando, en lo posible, el conflicto.
Cada uno en su lugar y a la vez en plena conexión con la manada, lo que les permite en pocos segundos pasar de pastar dispersos a huir como un conjunto perfecto y armónico que sigue una misma dirección y la cambia sin que ninguno estorbe el camino del otro.
Esta natural tendencia a la coordinación y su lenguaje silencioso nos abre la puerta a una posibilidad de comunicación a la que no somos ajenos, pero que no utilizamos conscientemente.
El caballo, colaborador por naturaleza, domesticado o potro, confiado o aterrado con nuestra presencia en un corral, se vuelve rápidamente disponible al “diálogo” si podemos comunicarnos con él en el lenguaje que él conoce….........lo que sucede después es indescriptible y sutil, tan personal para cada uno que las palabras sobran.
Solo se puede decir que luego de haber vivido un encuentro de esa naturaleza solo queremos repetirlo…
....Compartir un espacio con un caballo que solo muestra su deseo de alejarse de nosotros por cualquier medio, y transcurrido cierto tiempo se acerca, busca el contacto y nos sigue a donde vayamos completamente suelto…...
Hay un antes y un después para quien se anima a esta vivencia que marca, que impacta profundo, de una comunicación diferente a la que estamos familiarizados.
Es tan intenso y revelador, que muchas empresas buscan cursos relacionados con el caballo para enviar a su personal, aún cuando su rubro nada tiene que ver con el caballo o la doma.
Lo hacen, porque comprenden las posibilidades de esta herramienta para potenciar las relaciones interpersonales y promover un liderazgo efectivo que nada tiene que ver con superioridad y dominio.
Ellos saben que la clave del éxito hoy más que nunca es la integración, el empleado que se siente valorado, que siente los intereses de un proyecto como suyo y no solo cumple con dar lo mínimo..
O el cliente satisfecho que se siente contemplado en sus necesidades, respaldado y no solo como un proveedor de ingresos…
Porque si el caballo accede a confiar, es luego de que nos podamos mostrar dignos de confianza.
El es un animal de presa y todo su instinto está al servicio de huír del ataque que puede costarle la vida….por eso nos teme.
Para ganar su confianza debemos alinear nuestra intención interior
(no responderá a nuestros miedos, apuros, nervios, o ansiedades), debemos desde adentro sentir la intención del encuentro, y luego comunicar en su lenguaje nuestro deseo de que se coordine con nosotros.
Esto último implica conceptos de respeto, libertad de elección, espacio personal y espacio compartido, integración (siento, pienso y hago en coherencia),confianza, coordinación, acuerdos, etc……
Quien practica con quien?, quien aprende de quien?.
Seguro ellos pueden vivir sin nosotros.
Seguro nosotros tenemos la libertad de disfrutarlos.
El Lenguaje de La Confianza
El Manejo Integral cuida y
promueve el disfrute de ambas partes y no solo nuestras necesidades.
Los caballos buscan espontáneamente el encuentro con las personas, ya que asocian la compañía de éstas con experiencias positivas.
Los caballos se vuelven muy fáciles de manejar incluso en libertad, pudiéndose realizar en el campo
las tareas inherentes a su cuidado como es el control de su estado y sanidad, los desvasados, herrados,
vacunaciones o dosificación antiparasitaria, o simplemente el embozalado y posterior ensillado.
Todo sin necesidad de encierros, lesiones, miedo ni estres.
Menos gente, menos tiempo, menos necesidad de instalaciones.
Solo beneficios.
Los caballos buscan espontáneamente el encuentro con las personas, ya que asocian la compañía de éstas con experiencias positivas.
Los caballos se vuelven muy fáciles de manejar incluso en libertad, pudiéndose realizar en el campo
las tareas inherentes a su cuidado como es el control de su estado y sanidad, los desvasados, herrados,
vacunaciones o dosificación antiparasitaria, o simplemente el embozalado y posterior ensillado.
Todo sin necesidad de encierros, lesiones, miedo ni estres.
Menos gente, menos tiempo, menos necesidad de instalaciones.
Solo beneficios.
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